domingo, 30 de mayo de 2010

de tópicos y verdades

Es curioso como, sin darnos cuenta, los tópicos y estereotipos sobre los otros países y sus pueblos nos condicionan la visión poco objetiva a la que podemos aspirar. Mi intervención en el semiario de hace quince días pretendía demostrar la "medio verdad" que encierran los tópicos.
De Rusia y los rusos también tenemos un buen puñado de tópicos que nos predisponen a relacionarnos con ellos de una cierta manera. Estos días he podido comprobar como algunos de ellos se cumplen a raja tabla y como otros, en cambio, no tengo más remedio que desmentirlos; eso sí, siempre partiendo de mi propia experiencia.
"los rusos y el vodka" quizá no el vodka en concreto pero sí el alcohol en general. Hasta ahora no había visto gente bebida por la calle; más bien no había visto un número exagerado de personas borrachas, no más que en España. Pero desde que ha llegado el buen tiempo (el martes entramos oficialmente en verano) es cierto que veo mucha gente borracha desde las 7 de la tarde. Cuando digo borracha quiero decir "borracha-borracha" de ir haciendo "eses" por la calle y no tenerse en pie; si bien es cierto que la actitud de la gente alrededor es, desde mi punto de vista, bastante inquisidora. Mientras a mí encontrarme con una persona en ese estado me despierta un sentimiento de pena y compasión, en muchos rusos la actitud que destilan es como si estuvieran ante un desecho humano cuanto menos. Esa poca deferencia con una persona que es muy probable que tenga un problema o necesite ayuda, me sorprende.
Otro de los tópicos que he decir que en este caso no se cumple para nada, es el de "los rusos son personas frías". No voy a poner como ejemplo la gente que me rodea desde que he llegado aquí porque eso sería lo esperable. Me refiero a mi gran amigo (o eso parece que somos) Nikita.
La historia de Nikita tiene su qué. Hace tres meses me apunté al gimnasio de mi barrio porque está cerca de casa, porque era barato y porque quería un lugar en el que desconectar aunque sólo fuera durante 30 minutos. Pues bien, los dos primeros meses de gimnasio fueron estupendos: yo llegaba allí, me ponía a mi rollo a hacer ejercicios, con la calma, mi radio y mis auriculares y ala, así me relajaba; sin que nadie me molestara y sin tener que pedir nada a nadie. Pero un buen día, cuando había acabado mi rutina de ejercicios me disponía a irme cuando me aborda en la puerta Nikita. Hemos de apuntar en este momento que Nikita es el monitor de la sala de máquinas, con esta información ya os podéis hacer una idea de la constitución corporal de Nikita. Me para y me pregunta si estoy interesado en ganar algo de músculo. Yo por un momento dudé pero luego me pregunté a mí mismo "¿acabar teniendo un bíceps más grande que mi cabeza?" y decidí que no hacía falta. Le agradecí la oferta pero me excusé (maldita pragmática española) diciéndole que yo iba al gimnasio para desconectar un ratito y tal... Así empezamos a hablar. Bueno, para ser más exactos seguramente hubieron entre nosotros unos 6 o 7 intercambios comunicativos y no fue hasta el último momento, cuando yo dije algo sobre España, que se le pusieron los ojos como platos y me dice "ни фига, что ты не русский!" algo como "¡no me jod** que no eres ruso!"
Yo al principio pensé que se estaba quedando conmigo, a ver ¿Cómo no se va a dar cuenta de que no soy ruso? Vamos... Así que yo con bastante excepticismo le expliqué que no, que era de Barcelona (entonces apareció el tema internacional del Barça).
Pues bien, desde ese momento, cada vez que voy al gimnasio y tengo la suerte de que Nikita está trabajando me persigue por toda la sala hablando. A ver, que es muy agradable y muy simpático pero, sinceramente, mi momento de desconexión se ha ido al traste gracias a un musculitos ruso que siente una fascinación especial por los extranjeros. La verdad es que Nikita viene a engordar todavía más la lista de rusos que he conocido aquí y que se les podría tachar de cualquier cosa menos de fríos.
Es muy divertido conversar con él porque cada dos por tres me dice "pero ¿cómo sabes esta palabra?". Claro, si se tratara de una palabra compleja como "médula espinal", pues diría "normal que se sorprenda"; pero es que estamos hablando de una conversación normal. No sé, hablamos de viajes, de sueldos, de trabajo, de las clases, etc.

En fin, que no deja de sorprenderme esta gente: bien sea para corroborar los estereotipos o para hacerlos añicos. Lo que está claro es que con estas medias verdades no podemos pretender juzgar a un pueblo y sus costumbres. Y, por desgracia, nos movemos más por las media-verdades que con las verdades absolutas. Y es que las verdades absolutas son pocas y poca gente se atreve a decirlas en voz alta.
Por suerte todavía queda gente que tiene lo que tiene que tener y se atreve a decir verdades como puños donde y a quien debe decirlas. Me refiero al representante del grupo de los verdes en la UE. Este señor es mi héroe desde ya mismo. En cuanto vi este vídeo, ayer sólo en casa por la noche, me levanté y me puse a aplaudirle. ¡Claro que sí! ese tipo de políticos son los que necesitamos con la que está cayendo. A mí, desde luego, cada vez que lo oigo me entran ganas de hacerle un monumento a este hombre:

martes, 18 de mayo de 2010

de sonrisas y lágrimas

Ahora sí que sí, ya tengo acumuladas un número importante de aventuras para actualizar el diario. Y es que, al parecer, soy famoso en Piter. Sí sí, tal y como suena: famoso; eso sí, todo lo famoso que se puede llegar a ser dentro del ámbito de los hispanistas de San Petersburgo. Y si la gente no me cree, para muestra un botón.

Aunque esté todo en ruso se ve mi foto, y eso ya vale. Lo que viene a decir la página es que el día 17 de mayo los lectores de San Petersburgo organizan un seminario sobre lenguas y culturas de España titulado "разрушая стереотипы", o sea "desmontando los tópicos".

Lo cierto es que estoy bastante contento de mi intervención, para la que me trabajé un super power point que ni yo mismo me creo. Teniendo en cuenta lo negado que he sido siempre para las nuevas tecnologías, el simple hecho de conseguir que los títulos aparecieran con efectos varios ya representa toda una conquista. No voy a negar que una vez descubres lo sencillo que resulta, te sientes realmente estúpido; y es que todos estos programas son realmente muy intuitivos.

Como decía, la experiencia ha sido increíble. Hubo de todo: nervios, risas, meteduras de para (que llevaron a la risa, por suerte), comida, agradecimientos,... La verdad es que visto desde fuera puede parecer chocante: el ambiente académico, las formalidades y la etiqueta que se requiere,... es muy curioso porque no hace falta que nadie te enseñe de manera explícita las normas de conducta en estas situaciones; es evidente que si las conoces de antemano es mucho más cómodo y menos estresante, pero bajo ningún contexto es imprescindible este entrenamiento. Simplemente basta con que te dejes llevar y sigas el principio de "haya donde fueres haz lo que vieres" y no desentonarás nunca.

Había leído tantas veces mi intervención que en el momento de la ponencia me di cuenta de que no estaba leyendo el papel prácticamente nada. Me sentía más a gusto mirando al público que no hundiéndome en mis apuntes. Era una sensación extraña porque mientras intervenía mi cabeza iba pensando "no me lo puedo creer, no estoy leyendo y estoy aquí soltando el rollo tal y como lo recuerdo; a tomar por saco todas las anotaciones y correcciones que he hecho durante dos semanas, total ¿para qué? si ahora lo estoy diciendo todo como me sale de forma espontánea...". Tiene sentido preparar todas esos detalles si, como es mi caso, el simple proceso de la preparación te relaja. Pero creo que de poco te sirve toda esa labor en el momento de la verdad: tú ante el toro, ante el aquí y ahora.

Si de algo me ha servido esta intervención es para reafirmarme en la idea de que una oralidad correcta y justa no se aprende en un día y que, lejos de ser una formación accesoria, es una necesidad de primera línea. Así que, sintiéndolo mucho, mis alumnos el año que viene van a ser machacados en este sentido.

Ya tengo en la cabeza un par de ideas para el curso que viene. Eso sí, antes de ponerme a planear nada a conciencia y a preparar material y programas, etc. Tengo la memoria del máster que está ahí, en algún rincón de mi cabeza pidiéndome a gritos que la recupere del olvido. Además tengo mi super viaje a Islandia que, con el permiso del volcán "hola-soy-el-volcán-islandés-más-toca-narices-de-toda-la-historia-contemporánea".

Me espera un mes bastante tranquilo en esta ciudad. Una ciudad increíble que ya se está preparando para las noches blancas y que no deja de sorprenderme cada día. Aquí el tiempo pasa a la vez rápido y lento. Por un lado no me puedo creer que esté a punto de acabar el curso académico y, por otro lado, con los 26 grados de temperatura que llevamos de media esta semana, parece que hayan pasado dos siglos desde febrero cuando estábamos soportando temperaturas de 26 bajo cero. En este sentido el tiempo es un reflejo directo de la idiosincrasia de la ciudad y su gente: una realidad de contrastes, de sensaciones y sentimientos límites que de pronto te arranca una carcajada como te hace llorar de rabia.

Mis invitados de honor de hace dos semanas bien pueden asegurarlo. Esta entrada se la dedico a ellas, por hacerme pasar una semana muy entretenida y porque gracias a ellas redescubrí una ciudad desde otro punto de vista. Espero que se lo pasaran bien, a pesar del tiempo, las incomodidades, la маршрутка y el "que lastimica, pobrecico".

Hasta pronto.