lunes, 19 de abril de 2010

de maravillas

Mi profesora particular de ruso de vez en cuando me pone propone algún tema sobre el que escribir una pequeña redacción y practicar así la expresión escrita. Esta última semana el tema era tan sugestivo como "Чудо света" (La maravilla del mundo).

En un primer momento pensé en describir alguno de los fenómenos que unánimamente se consideran "maravilla" del mundo (es probable que esa fuera la intención de mi profesora); pero amparándome en la definición que del término hace el DRAE:

"Maravilla: suceso o cosa extraoridinarios que causan admiración."

Decidí llevar mi redacción por otros derroteros. Es probable que no sea lo que mi profesora esperaba de mi trabajo, pero yo encontré la motivación en este punto y, por todos es sabido, que sin motivación incluso la tarea más vanal puede resultar insportable y extremadamente tediosa. Así que me he limitado a responderme a la pregunta "¿qué me causa admiración en este mundo?

Lo que más admiración me produce en esta vida es la capacidad de sentir de las personas. La capacidad de preocuparse por el otro, de cuidar del otro, de querer al otro, de compadecerse del otro, de apoyarle y ser su soporte. Eso me parece sorprendente. Nadie nos enseña a hacerlo y, sin embargo, todos somos capaces de hacerlo. Simplemente es necesaria una cosa: que ese "otro" despierte en ti algún tipo de sentimiento. Y este fenómeno no conoce límites temporales ni espaciales (las pirámides o las carataras tienen más probabilidades de pasar de moda que no la preocupación de una madre por sus hijos, por ejemplo).

Imaginemos una señora de unos sesenta años. Vuida desde hace ya algunos años y acostumbrada a vivir sola. Se ha adaptado a su vida en solitario y podríamos decir que disfruta de ella: sale y entra cuando quiere, va y viene sin tener que rendir cuentas a nadie y, además, tiene la suerte de que puede visitar a sus hijos y sus nietos siempre que quiera; sentir que no está sola, que alguien se preocupa por ella; pasar una buena tarde en familia con la certeza de que en su casa le espera la calma y la tranquilidad que tanto agradece y que, por qué no, se ha ganado a pulso. Pues una mujer de su edad en un país como España no lo ha tenido especialmente fácil en la vida.

Pues bien, esta abuelita de repente se redescubre atractiva, capaz de atraer la atención de los hombres, especialmente la de un vecino que hace algún tiempo la corteja a la manera que ya no se estila. El señor, un hombre elegante, educado y prudente le propone irse a vivir juntos, ciudarse mutuamente y disfrutar que, al fin de cuentas de eso se trata, hasta que el tiempo diga.

Al margen de la respuesta que la abuelita tenga pensada, si acepta o no la propuesta (vamos, si le da calabazas al pobre hombre o no), obviando esa parte, yo me quedo con el sentimiento de la abuelita. Rejuvenecer de repente, volver a sentir emociones y sensaciones ya olvidadas, verse en el espejo de un modo que hacía años no hacía...

¿Alguien puede decir que no es una maravilla del mundo volver a sentirse como un adolescente con sesenta y pico años?

Saludos.

domingo, 4 de abril de 2010

de Pascua y pasteles

No sé cómo me he visto de repente eligiendo un pastelito de Pascua en el supermercado. No recuerdo haber decorado huevos de Pascua en mi vida, ni siquiera de pequeño en el colegio, pero como seres sociales que somos, es casi imposible nadar contracorriente. Así que ya me he hecho con un кулич (kulich) de Pascua decorado con estrellitas de colores que parece más bien un pastelito de Salior moon. No sé si, habiendo apostatado, puedo incurrir en algún pecado mortal al comerme el pastel; tipo la manzana del paraíso o algo así...
Decía alguien que la inspiración te pille trabajando. Siempre he creído en esta premisa a pies juntillas, por eso mismo llevo dos o tres semanas desquiciado con el tema de la memoria del máster. Llevo tres semanas dándole vueltas al tema, trabajando cada día poco a poco (no sólo redactando, también pensando en cómo organizar la información, dónde cortar, qué añadir, etc.) y me da la sensación de que no avanzo como me gustaría. A todo esto hay que añadir la preparación de las clases que todavía me llevan horas de preparación. Eso sí, no todo va a ser negativo. Gracias a las clases de literatura, de vez en cuando te encuentras con textos curiosos que por algún motivo especial te arrancan una sonrisa de complicidad.
Esto justamente es lo que me ocurrió la semana pasada con un texto de Lilian Elphick, una escritora chilena famosa por sus microrrelatos. Pues bien, entre todas estas micropiezas literarias, un grupo de ellas consisten en una reformulación de mitos clásicos griegos. Para que sirva como ejemplo:
"Apolo escupirá en mi boca. Troya será destruída. Áyax me violará. Nadie creerá en mí. Una mujer de nombre Christa, siglos después de mi muerte, escribirá: "¿Por qué quise, por encima de todo, el don de profecía? Hablar con mi propia voz...pero, ¿a quién? Ahora, cuando ya no tengo ojos, sé que la vida es la única inocente"
En esta revisión del mito de Casandra Elphick manipula la historia griega para hacer una crítica a la sociedad en la que vive (vivimos) que desaprueba y condena a las mujeres que deciden alzarse con su propia voz.
La semana pasada este texto creó un debate interesantísimo en clase de literatura. Me sorprendió gratamente ver que había dado en el clavo, aunque sólo fuera por causalidad. Las horas que me pase recolectando estos microcuentos valieron la pena. Fue una sensación agradable.
Por hoy sólo me queda desear un feliz domingo de Pascua a todo el mundo y felicitar a todos los vascos y vascas, que me acabo de enterar de que hoy es el día de la patria vasca. Pues eso, Zorionak (creo que se dice así)

domingo, 28 de marzo de 2010

de steps y cerebro

Cuánto tiempo hacía que no actualizaba! Es increíble lo rápido que pasa el tiempo. Justo hoy me he dado cuenta de eso cuando he visto el día que hacía. Quizá sea porque no estoy acostumbrado pero tengo la sensación de que aquí los cambios de estación ocurren de un día para otro; puede que sea una chorrada, pero el cambio de hora aquí se ha notado muchísimo. Ahora a las 9 de la noche empieza a hacerse de noche, y eso contando que estamos todavía en marzo, no quiero imaginarme cómo estaré en mayo. Quiero dar las gracias desde aquí a Ikea por, entre otras cosas, inventar unas cortinas especiales opacas en un país en el que la palabra "persiana" les es tan ajena como Chiquito de la Calzada.

Ahora en serio, este parón del blog se ha debido al estrés producido por la memoria del máster, que me está dando más quebraderos de cabeza de los que pensaba y, como no hago más que trabajar, es complicado que ocurran cosas dignas de mencionar en este pequeño rincón virtual. El motor que me empuja a escribir en el blog, por muy cansado que esté (hoy no es el caso), son estas situaciones divertidas o curiosas que me hacen pensar "anda! esto tengo que contarlo!" Así que allá voy.

Hace cosa de dos semanas me apunté al gimnasio de mi barrio, que se encuentra a 5 minutos andando en invierno o verano pero que, en época de deshielo, puesto que todo está encharcado y tienes que ir sorteando obstáculos varios, tardas como 15 minutos en llegar al gimnasio. La verdad es que no está nada mal y, en comparación con Barcelona, el precio es razonable. Lo más impresionante son las duchas. Comprobado con reloj: estoy el mismo tiempo haciendo ejercicio que en la ducha.

En un principio me apunté al Davinci (así se llama, bueno Давинчи) para hacer lo mismo que he hecho toda la vida en el gimnasio: correr. No sé si ya he hablado de mmi fijación por correr; puede que no. Me encanta correr, es lo que más me ayuda a desconectar. A simple vista puede parecer ridículo, lo reconozco: el simple hecho de correr sin moverte del sitio, suena bastante absurdo. Aún así a mí me relaja. Además ahora tengo una excusa científica que, como argumento de peso, siempre te hace sentir menos estúpido en las decisiones y las acciones que realizas. Todo lo que esté demostrado o analizado empíricamente goza de un peso especial, no nos vamos a engañar. Bueno, el asunto es que he leído, repito: está demostrado, que recibir input de una segunda lengua mientras se está haciendo ejercicio, favorece a la adquisición del mismo, puesto que las conexiones neurales (no recuerdo de qué parte del cerebro, supongo que serán el área de Broca o el de Wernicke) se vuelven más activas durante estos periodos de ejercicio físico. En otras palabras, que cuanto más corras mas rápido aprenderas chino.

Estudios de dudoso valor sustancial aparte, además de correr también me animé a asistir a alguna clase grupal. Motivado, de nuevo, por na curiosidad científica, empecé una clase de ABS el lunes pasado. Es cierto que una de las mejores maneras de aprender un idioma es combinando el estudio de la lengua como meta y medio con otras actividades en las que el idioma sea sólo el medio. Como no me veo haciendo macramé en ruso, o un curso de cocina, me decanto por las clases del gimnasio que son mucho más entretenidas. Y funciona, verdaderamente funciona. ¿Quién me iba a decir a mí que iba a acabar haciendo clases de pilates o Step en ruso? En fin...

Suerte de estos momentos de desconexión que me regalo, de lo contrario no sé cómo acabría el curso académico, a continuación lista de proyectos en los que estoy involucrado:
-curso de literatura de la universidad.
-preparación para el examen oficial de lengua rusa en junio en Barcelona.
-redacción y recopilación de datos para la memoria del máster.
-preparación de la ponencia sobre el español en convivencia con el resto de lenguas cooficiales del Estado Español.

Es una lástima que aquí no haya vacaciones de semana santa, aunque realmente no me puedo quejar. Me despido del día de hoy, especial por dos motivos básicos: por tener 23 horas y por ser uno de los pocos en los que no me he estresado mientras trabajaba, ¿será buena o mala señal?

jueves, 4 de marzo de 2010

de primavera y orejones

Pues sí sí sí, tal y como suena: ya estamos en primavera. El día 1 de marzo empezó la nueva estación. Unos meses asociados al renacimiento de la naturaleza, a las alergias, al resurgir de las flores y los colores alegres...Pues no, de eso nada. Aquí estoy yo viviendo una primavera a menos 4 grados. Es asombroso cómo puede llegar a afectar psico-emocionalmente que, dos conceptos asumidos como indivisibles, de repente se disocien sin avisar. No puedo asumir que estoy en primavera cuando sigo llevando gorro, bufanda, guantes, mallas térmicas, etc.


Supongo que, entre otras muchas cosas, la primavera rusa, no es la primavera tal y como la había conocido hasta ahora. Algo similiar ocurre en esta urbe con los puentes. Me refiero a lo que el DRAE define como "día o serie de días que entre dos festivos o sumándose a un festivo se aprovechan para vacación". Pues bien: en este país si hay un día de puente entre semana, este día se recupera trabajando el sábado. Así que, de este modo, técnicamente de puente nada.


El día 23 de febrero se celebró "el día del defensor de la patria" (день защитника отечества). Ante las constantes felicitaciones de diferentes amigos-conocidos-colegas rusos, el primer sorprendido era yo, y además por partida doble: primero, no soy de la patria y, segundo, yo de defensor poco... Después me explicaron que no era importante, que se felicitaba a todos los hombres por costumbre. Pero esto no fue lo más divertido.


Lo mejor fue el regalo que me hizo mi profesora particular de ruso, que es un encanto de mujer y profesa una paciencia desmesurada conmigo. Aparece el día de nuestra clase toda contenta y sonriente y me da un paquetito, "regalo del día del defensor..." todo eso. Abro el regalito y me encuentro un bote de champú. En este momento creo que es necesario hacer una pausa para reflexionar sobre el hecho. Creo que cualquier persona hubiera puesto la misma cara de circunstancia que se me quedó a mí después de abrir el regalo. Porque vamos a ver: ¿qué puedes pensar después de que te regalen un champú? yo creo que está claro: "Ok, tengo que empezar a lavarme más el pelo". Claro, yo no podía salir de mi asombro. Además intentas por todos los medios, en tu cabeza, pensar y convencerte " a ver, no puede ser, es imposible que te esté tirando una indirecta tan directa...además. ¡yo me lavo el pelo!"


Por suerte ella también se dió cuenta de mi gesto y enseguida se lanzó a explicarme que era la tradición en ese día. Se regala, o bien espuma de afeitar, o bien un champú. Al margen de lo extraña que pueda parecer la fiesta (creo que en España tenemos fiestas más ridículas y, sobre todo, más vergonzosas, como los toros), lo importante es que pude relajarme y normalizar la situación, al menos aparentemente. A los siguientes cuatro champús que me regalaron, ya no opuse ningún tipo de resistencia, es más, los agradecía enormemente. Así que: AVISO a todas las personas que tengan intención de venir a visitarme: NO TRAIGÁIS champú; aquí hay para todos los gustos y colores.


Al pasar los días estuve pensado en lo injusto que resulta todo esto al fin y al cabo. Me explico: dentro de nada es el día de la mujer y la costumbre es regalar bombones o flores. A ver: día del hombre- regalo: champú / día de la mujer- regalo: bombones... No me parece correcto. Y más en este país donde hacen unos bombones adictivos con un sabor imposible de describir.


De entre toda la variedad de bombones rusos, hay uno que resulta escpecialmente apetecible. Es un bombón de chocolate con un orejón en el interior y una avellana. Entre una compañera de la cátedra y yo mantenemos una guerra dialéctica sobre si es o no es un orejón. Yo defiendo la hipótesis de que sí, efectivamente se trata de un orejón; ella, en cambio, está convencida de que se trata de otra cosa. Para que cada uno saque sus propias conclusiones y pueda aportar su granito de arena a esta aparentemente frívola pero muy sesuda discusión, voy a colocar dos imágenes de, por un lado, un orejón:

Y por otro lado, un курага:

Pues eso mismo señores, observen y decidan...Yo creo que está claro, al menos, un orejón es un orejón, tanto en España como en Rusia.
Hasta pronto.





domingo, 21 de febrero de 2010

de fríos y lechuzas

¡Cuántos días sin actualizar el blog! Cuando entras en la espiral del día a día y, por mucho que te empeñes, la sensación de no llegar a todo te atrapa, los días se suceden a velocidad de skeleton (ahora que estamos en plena celebración de los Juegos Olímpicos de invierno, viene al pelo la metonimia).

Pues eso, que si me despisto me pasa un mes entero y yo sin pasarme por mi cuaderno de bitácora. Aunque no se puede decir que esté de un humor estupendo, no quería dejar el momento de escribir unas líneas. No pretende ser esto una lista de justificaciones de por qué no he escrito antes pero, algunas lo parecen.

Ya estoy metido del todo en el nuevo ritmo de trabajo, digo nuevo porque empieza un nuevo semestre y, aunque los programas generales de las asignaturas son los mismos, hay que concebir cada semestre como un constructo independiente. Sí es cierto que, ahora me doy cuenta, me he desprendido de esa angustia existencial que tenía durante todo el primer semestre. Ahora esa angustia se ha trasladado a la memoria de máster y la elaboración de instrumentos para generar datos apropiados para mi investigación. Todo lo que se hace por primera vez tiene ese encanto: la mezcla indisoluble de incertidumbre y esperanza o confianza en que saldrá bien. En ese sentido, creo que el azar a jugado a mi favor al ponerme a trabajar alrededor de gente que sabe gestionar esa mezcla de sensaciones mucho mejor que yo o, como mínimo, de una manera más sana. Tanto mis compañeros de la cátedra, como mi jefa, mis colegas, todos ellos han pasado (o están pasando) por el mismo proceso y sus comentarios y consejos son de gran ayuda; sobre todo para tranquilizarme.

Así que en esas me encuentro: encerrado la mayor parte del tiempo en casa leyendo bibliografía especializada sobre Adquisición de Sengundas Lenguas. Eso sí, las veces que salgo todavía siguen sucediendo cosas dignas de recordar en este diario virtual.

Ayer mismo, sin ir más lejos, con la intención de darle una tregua al ordenador (y también a mi cabeza) pensé en ir al supermercado a reponer un poco la nevera. Craso error el no haber contemplado el factor tiempo dentro de la ecuación. A -25º hay que plantearse cualquier movimiento al aire libre un par de veces, como mínimo. Puedo asegurar que, de mi casa al super, no hay más de 10 minutos andando; pues bien, ayer fui incapaz de llegar al super. El frío que hacía era como navajas albaceteñas que se te clavaban en las sienes, produciendo un dolor incesante y progresivo. Jamás había tenido esa impresión, una sensación que te obliga a detenerte para asumir, reconocer y aceptar ese dolor; y, una vez asumido y calibrado, te permite valorar "ok, continuo o no". En mi caso, decidí no continuar, "mañana será otro día", y con esa huella de la derrota me volví a mi refugio de 45 metros cuadrados, a mirar por la ventana e indgnarme con no-sé-muy-bien-quién por este tiempo indómito. Espero que hoy, a -22º mi amigo el frío se porte mejor y me permita ir a comprar yogures (hay una oferta estupenda de los activia -¿se puede nombras marcas?- que acaba mañana).

Es una pena que no tenga una vena artística desarrollada (soy de los que cree que todos tenemos capacidades artísticas subyacentes, sólo hace falta saber estimularlas para despertarlas), porque, en tal caso, aprovecharía estos días para mirar por la ventana como cae la nieve delante del mar congelado y escribiría mis mejores canciones, o mis mejores poemas, o mis mejores...no sé...piezas para piano y violonchelo, yo que sé.

En fin, que aquí no se acaba la historia. El episodio divertido de la semana lo protagonicé, muy a mi pesar, yo mismo en el bar del instituto donde hago ruso. El miércoles pasado, a las 8 y media de la mañana, llegué al instituto y, como faltaba una media hora para empezar, me fui al bar a desayunar. He asumido que, en este país, esperar una sonrisa gratuita por parte de una camarera es un hecho insólito, aún más a según que horas de la mañana. Así que, cuando la camarera mostró interés por mantener una conversación cordial, me animé y me dije "venga, vamos a ver cómo nos desenvolvemos a estas horas de la mañana en ruso". La cosa empezó muy bien hasta que, evidentemente, tomó un derrotero inesperado. La mujer empezó muy cordial, que si cómo te llamas, de dónde eres, vienes con la otra chica de España, que si es mi mujer (hemos decidido, Anna y yo, que sí, somos marido y mujer, puesto que es mucho más sencillo explicar eso que no el concepto "hombre y mujer comparten piso cada uno en su habitación"). Todo muy normal hasta que empezó a preguntar por dónde trabajaba, cuánto ganaba, etc. Claro, aquí yo ya empecé a ponerme un poco nervioso; no creo que sea un tema adecuado para hablar con alguien que no conoces de NADA. Y claro, ya se sabe, con los nervios y el estrés, mi ruso se vio gravemente perjudicado y dió como resultado un diálogo como el que sigue (I-Iban, M-mujer):

I- Bueno, pues ganamos lo suficiente para vivir (con ganas de cerrar el tema ya)
M- Ah, entiendo... ¿Y dónde está tu mujer ahora?
I- No...Ella llega más tarde, le gusta dormir más que a mí.
M- Ja, ja, ja (risa sincera). Sí, a las mujeres nos gusta mucho dormir (esta teoría creo que se la sacó de la manga la buena mujer, no creo que haya ningún estudio que pueda corrobar dicha afirmación).
I- Bueno, como vosotros decís: "es una lechuza" (en ruso a alguien que le gusta mucho dormir se le llama lechuza "сова")
M-no no, yo soy musulmana.
I- ......Ehhh sí, bien...

Bien, como se puede comprobar, algo no encaja del todo bien en el intercambio comunicativo. Claro, yo me quedé a cuadros con esa respuesta. Cogí mi té y me senté a analizar lo ocurrido. Podría ser que mi pronunciación hubiera sido el origen del mal entendido; pero es que estamos hablando de una frase extremadamente sencilla...Después de mucho pensar decidí culpar al horario y que, tanto ella como yo, estabamos con la mitad de las neuronas dormidas todavía. Espero que este miércoles, en la segunda entrega, ya la cosa sea bastante más fluida. En el fondo, he de reconocer que me encantan estos malentendidos, puesto que te hacen reflexionar sobre el uso de la lengua y cómo vas adpatando tu competencia comunicativa a marchas forzadas...Todas estas cosas que un manual no tiene la capacidad de explicarte y, aunque la tuviera, nunca sería equiparable a vivirlo en primera persona.

Esta super entrada de hoy la dedico a toda la gente que la haya podido leer del tirón y, muy especialmente, a Belén, porque me alegro un montón por esta nueva andadura que está a punto de empezar y porque creo que existe un orden cósmico general que igual que nos quita nos da y que, al fin de cuentas, en la mayoría de los casos, un buen trabajo y la constancia quedan recompensadas. ¡FELICIDADES!

Hasta pronto.

jueves, 11 de febrero de 2010

de blinis y condones

En plena fase de procesamiento de toda la bibliografía relacionada con la memoria de máster, he encontrado un artículo realmente jugoso que me ha hecho ver mi proceso de adaptación desde otro punto de vista.

La idea de Schumann gira en torno a la "distancia social". Un término que vendría a desginar una situación en la que un individuo, miembro de un grupo social, entra en contacto con otro grupo social distinto (lo llamaremos Grupo cero) cuyos miembros hablan una lengua diferente. Dentro de esta situación y, en función de la relación que el individuo mantenga con la nueva comunidad, pueden darse tres procesos diferentes:
- asimilación: el individuo (o grupo minoritario) abandona su propio modo de vida y sus valores y adopta los del grupo cero (Go).
- aculturación: cuando éste adopta el estilo de vida y los valores del G0, pero manteniendo sus propios modelos culturales en las relaciones intragrupales (esto es, con miembros de su mismo grupo).
- preservación: cuando éste rechaza el estilo de vida y los valores del G0 e intenta mantener tanto como le es posible su cultura.

Bien, vista la teoría vamos a práctica de la misma. Yo me imagino estos tres procesos como partes de un mismo continuum. Algo así como una gradación, un "termómetro" que mide el grado de asimilación que puedes llegar a adquirir. Al aplicar este modela a mi caso particular, personalmente me veía más cerca de la fase aculturación tirando a preservación. No rechazo de pleno la cultura de acogida, de hecho me esfuerzo explícitamente por aprender a la perfección su lengua, pero al mismo tiempo: ceno a las 10 o las 11 de la noche, no sé (ni me apetece aprender) caminar por la nieve, no me he adaptado, para nada, a su gastronomía, etc.

Todos estos comportamientos son conscientes, es decir, yo sé y me hago responable de todos ellos. Si no como pelmenis todo el día es porque yo lo decido. Pero lo que no me había planteado es "¿Puede ser que hayan procesos de asimilación inconscientes que me están pasando desapercibidos?" o, lo que es lo mismo "¿me estoy volviendo más ruso de lo que yo pienso?".

La respuesta, después de meditar largo y tendido es que, efectivamente, me estoy rusificando subrepticiamente (me encanta este adverbio) y, a modo de ilustración, aquí tenéis un ejemplo:

El otro día pregunté en la cátedra si sería posible apuntarse a la piscina de la facultad para hacer algo de departe y, de paso, relajarme y desconectar un ratito. Mi jefa, con todo su empuje y su arte cubano adquirido me llevó ante el gran jefe de románicas para preguntarle sobre el asunto. Total, que ahí estaba yo delante del superjefe, con el que jamás he cruzado más palabras que "buenos días", preguntándole acerca de la piscina universitaria. El hombre me mira con condescendencia y me dice "yo de ti, no lo haría". Claro, después de algo así, la pregunta de rigor es ¿y por qué?... He aquí la respuesta: Hay riesgo de contraer enfermedades de tipo bacteriológico (menos mal que estos términos son comunes en la mayoría de lenguas) y, además, hasta hace poco flotaban condones por la piscina".

Ahora la pienso y me parece escandaloso, pero en aquel momento no me pareció tan exagerado. Con esto no quiero decir que entre los rusos sea costumbre nadar entre profilácticos, simplemente pongo de relieve que mi capacidad de asombro ha menguado considerablemente. "¿Que hay condones en el agua? Bueno, no es para tanto..." esta idea, el primer mes de mi llegada a Piter, hubiera sido impensable.

En fin, que me alegro de haber hecho este pequeño descubrimiento de mí mismo, porque esto demuestra que aunque a veces nos dé la sensación de que estamos estancandos, es muy probableme que, insconcientemente, estemos creciendo como personas y estemos aprendiendo; y es este tipo de aprendizaje el que no se olvida nunca, porque no ha pasado por una instrucción formal y lo hemos adquirido directamente dentro de nosotros.

Toma relfexión. Con esto y un bizcocho... bueno, con esto y un blini... ¡Otra vez!

Hasta pronto.

viernes, 5 de febrero de 2010

de errores y sushi

"viure es provar-ho infinites vegades". Esta cita, de la que desconozco a su autor, da la bienvenida los visitantes del paseo del río Besos. Durante el mes que estuve en Barcelona tropecé con gratas y no tan gratas sorpresas pero, justamente por lo que reza esta frase, me quedo con aquellas experiencias positivas, aprendiendo de los errores y "probándolo de nuevo" una vez más, hasta el infinito.

Este diario no nació con voluntad de hacer reflexionar a nadie (bastante tengo con reflexionar yo mismo...) pero creo que hay momentos para todo y, ahora mismo, estoy en uno de esos momentos en los que sientes que hay que pararse y tomarle el pulso a la situación; básicamente para coger aire y continuar el camino.

Ayer quedé con mi jefa en la universidad y por fin me dieron los nuevos horarios para este semestre, también he comenzado a contactar con mi director de memoria del máster. Agradezco que muestre tanto entusiasmo como yo por el proyecto, porque no parece algo sencillo de realizar. Como ya tengo el programa del curso hecho, inmediatamente me he puesto a trabajar y esta mañana, casi sin darme cuenta, he pasado 3 horas seguidas delante del ordenador preparando las clases. Me alegro de volver a coger el ritmo de clases y ver que no he perdido el resuello.

Espero, en esta nueva etapa, ser un poco más consciente de todo lo que está pasando a mi alrededor y no obcecarme desmedidamente con el trabajo; porque, al fin y al cabo, ¿ de qué se trata: de vivir para trabajar o de trabajar para vivir? A pesar de que ahora quieran que nos jubilemos a los 99 años más o menos, yo me quedo con la segunda opción. Así que me he propuesto relajarme un poco y disfrutar más de mi trabajo, mi tiempo de ocio (que espero poder tener) y de la gente que me rodea.

Esto implica un esfuerzo, porque para mí lo es, por reforzar las relaciones sociales en esta ciudad y, para empezar, esta noche me voy a cenar a un japonés con un ruso y una francesa. Aunque parezca el principio de un chiste, no lo es.

Lo que sí es chistoso y mucho es este corte que añado al final de este post. Aunque está en ruso creo que su humor trasciende las barreras de la lengua (sólo con ver los morros de las protagonistas ya te partes el pecho). Os presento a dos típicas nuevas rusas: Kristin y Angie. En este capítulo Kristin visita a su amiga Angie para explicarle un "terrible" secreto: ha oído que existen mujeres que preparan la comida con sus propias manos"... Angie para nada se sorprende y, puesto que aprecia enormemente a su amiga, decide enseñarle a preparar comida "con sus propias manos" porque ella también sabe cocinar... En fin, un espectáculo.

Hasta pronto.

¡Ah! dedico esta entrada a mi prima, para agradecerle la llamada sorpresa que me hizo justo antes de volver a Piter. :)