lunes, 7 de diciembre de 2009

de revelaciones y llaves

Nunca es alentador tener que levantarte a las 6 y media de la mañana para ir a trabajar, por mucho que te apasione tu trabajo. Hay cosas que, objetivamente, son una fatiga. Pues bien, si esto siempre es así, aún lo es más cuando te paras a pensar en que toda la gente que conoces en Barcelona está de puente. Así que con ese ánimo contrariado me he enfrentado a la jornada laboral de hoy; que me esperaba con los brazos abiertos y helados, exactamente a menos 4 grados.

Como no llovía el viaje ha sido bastante soportable; eso sí, al llegar a la facultad, me esperaba una sorpresa de esas que, como te pillen poco dispuesto, te pueden llegar a sacar de quicio. He llegado una hora antes de empezar la primera clase, o sea, a las 8 de la mañana estaba ya en la puerta de la cátedra. A esas horas instempestivas la cátedra está cerrada; así que tengo que ir a buscar a la señora de la limpieza, que siempre pulula por allí, y pedirle la llave, ya que justo a esa hora ella está limpiando las aulas de esa planta y tiene todo el juego de llaves de la misma.

Lo primero que llama la atención es que una mujer de unos 265 años (no exagero) tenga que seguir trabajando, aunque sabiendo la pensión que reciben aquí los pensionistas, no me extraá que opten por seguir trabajando...En fin, que la mujer milenaria esta mañana no estaba por ningún lugar; en su lugar había una mujer de unos 40 años haciendo las tareas de limpieza. Me he acercado a ella y le he pedido, por favor, la llave de la cátedra, yo con toda la educación que mis padres se han molestado en darme. La buena mujer, en una especie de arrebato colérico, ha empezado a gritarme, literalmente gritarme, que ella no tenía la llave y que no sabía de que llave le estaba hablando. Me he ido al lugar-mágico-en-el-que-tienen-todas-las-llaves-menos-la-mía y le he preguntado a una segunda señora; ésta, sin gritar, también venía a decirme lo mismo: que la llave la tenía la yaya y que había que encontrarla.

Visto el éxito me he subido de nuevo a mi planta (ya llevamos media hora dando vueltas por la facultad...)y he empezado a abrir todas las puertas que me iba encontrando, a ver si tras alguna se encontraba la abuelita. Justo entonces, cuando me encontraba en plena faena tipo "¿dónde está Wally?", me ha entrado un ataque de risa pensando en la situación: era bastante ridículo verme desde fuera: una persona desesperada por los pasillos abriendo puertas, una detrás de otra, buscando a la señora y susurrando "abuelita ¿está ahí?"; una señora que, por decirlo con delicadeza, no está en la flor de la vida y tiene sus facultades un poco mermadas...No sé, era como pensar "¡ Vamos a ver! que la señora no se ha podido ir corriendo!"

Total que he tenido que sentarme y esperar a que se me pasara el ataque tonto de risa, porque es que me he puesto a llorar un todo del cachondeo... Es flipante que el método para conseguir algo tan básico como abrir la puerta de tu lugar de trabajo, dependa de factores tan inestables como el itinerario que una señora de la limpieza centenaria decida hacer cada día.

En fin, que finalmente he conseuido la llave; pero esta experiencia de hoy me ha hecho pensar en lo que puede llegar a complicarse una situación aparentemente sencilla y cotidiana. No creo que vuelva a ser el mismo desde este momento. Al llegar a casa, subir las escaleras y plantarme ante la puerta, sacar la llave de la mochila y abrir la puerta; me ha parecido un acto mágico, algo maravilloso, expléndido por su sencillez: una llave, una puerta que se abre. Asé debería ser todo siempre: reducido a su mínima esencia para hacerlo más accesible y razonable.

Voy a darme una ducha y a flipar con el hecho de que abro un grifo y sale agua, lo que yo digo...pura magia. Una prueba irrefutable de que Dios (o la fuerza) existe.

Hasta pronto.

2 comentarios:

  1. Me he reído leyendo tu historia de "dónde están las llaves, matarile lire lire, dónde están las llaves, matarile lirelón"... Y prefiero no saber donde estaba la "abuelita", alias "La Serena" de la facultad!
    Me iré pasando por esta "isla" tuya, helada pero cálida. Fátima me dio esta dirección y me ha hecho ilusión "volver a encontrarte".
    Besines cálidos de una ex-fnacquera de Humanas!

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  2. jiji es ese tipo de situaciones en que me encantaría compartir una carcajada contigo!!! Bien por tu sentido del humor!!! He visualizado perfectamente la escena y me he imaginado una suerte de uva pasa vestida de castañera empujando un carro con un mocho de pelitos ajado, y que se mueve lenta pero ágilmente, lo suficiente para huir del profesor de español coloquial. Es así, verdazzzzzzzzz??? Un besito, petirrojo! Qué poquito queda para verteeeeee!!!
    Belén

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