Despido octubre y doy la bienvenida a noviembre con un día aprovechado al máximo. Parece mentira que hasta ahora no haya tenido un momento para poder sentarme tranquilamente a actualizar el blog. Desde las 8 de la mañana que estoy en pie (no está nada mal para ser domingo) no he parado.
Todo un fin de semana de trabajo, entre la preparación de las clases, la bibliografía de la memoria, que me espera desafiante en la estantería,...A todo tenía que darle un empujón. Además esta semana he descubierto un blog realmente interesante sobre biolingüística que, sinceramente, si tenéis un poco de tiempo os recomiendo que lo visitéis.
Descubrimientos virtuales aparte, la experiencia a destacar de esta semana ha sido, indiscutiblemente, la aventura con la señora que debía lavar la ropa. El jueves fui a buscar la ropa y aquí comenzó una historia de lo más rocambolesca. Para empezar, la buena mujer me dijo que estaba bastante dolida por la cantidad de ropa que le había llevado; así que, visto el volumen, había decidido que subía el precio a 500 rublos. En su afán por hacerme ver que era un precio justo, sacó todos los productos de la lavadora que tenía en casa (polvos, suavizante, etc.) y los puso encima de la mesa de la cocina. Lo realmente grande vino cuando sacó 5 vasitos de chupito y los puso encima de la mesa. Ahí yo ya empecé a sospechar que algo raro estaba pasando. Efectivamente, mis temores se hicieron realidad y asistí, durante 20 minutos, a una demostración de los diferentes tipos de polvos para la lavadora: para ropa blanca, ropa de colores brillantes, de colores menos brillantes, ropa negra delicada, ropa blanca delicada,... Era como una pesadilla de la que no puedes despertar. La señora no paraba de verter muestras de los diferentes paquetes y me los enseñaba, diciéndome "¿ves? estas cositas de aquí de color azul son las que mantienen el blanco más brillante", era directamente como estar dentro de un anuncio de Ariel o algo por el estilo.
Total, cuando acabó aquel simposio contingente salí de allí con mi saco de ropa, convencido de que nunca jamás volvería a pisar aquel piso pero, desgraciadamente, después caí en la cuenta de que la buena señora tenía en su poder mis polvos y mi suavizante. Así que ahora tengo que tramar un plan para recuperar mi порошок (polvos) sea como sea.
El viernes, a la salida del concierto, estábamos a 3 grados bajo cero. Yo no me lo podía creer, realmente se me estaban congelando las piernas y los pies, fue una sensación horrible porque notabas como el frío te calaba hasta los huesos. Por fin ha llegado el frío (y no en su máxima expresión) pero esto ya empieza a parecer Rusia de verdad. Hasta ahora era como una especie de broma tipo "sí, estoy aquí pero ¡todavía puedo llevar mi chaqueta de otoño eh!", como un desafío a la ciudad. He de decir que el desafío ha acabado; Piter se ha puesto serio y ha dicho "aquí estoy yo" y bueno, ha ganado. Así que ya tengo todo mi equipamiento de invierno preparado para mañana.
Salir a las 7 de la mañana de casa no es algo que a priori apetezca mucho, más aún viendo todos los coches congelados por la ventana; pero luego llegas a la facultad y es un placer porder quitarte el abrigo, la bufanda, los guantes, el gorro,... Si no tuviéramos el frío, no disfrutaríamos de ese momento... Creo que esta ciudad de está haciendo peligrosamente relativista.
De momento esto es todo, os dejo por hoy con el primer saludo congelado, literalmente, de mi periplo por estos rincones del mundo.
Por cierto, a la Esther de Fátima (parece el nombre de una archiduquesa asutrohúngara o algo así): necesito hablar contigo sobre un proyecto que tengo en mente con unos alumnos y la revista есть. envíame un correo cuando puedas. Por extensión: saludos especiales a Fátima, Belén, Víctor, Celeste,...
Hasta pronto.
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Iván!!! No sabía que te habías ido a Rúsia... aunque la verdad es que podía imaginármelo. Bueno, ayer estuve por la Fnac y Belén me lo contó, me dio la dirección de tu blog y aquí estoy siguiendo tus pasos en la nieve. Me alegro que te vaya bien por la uni y que estés contento por esos lugares. Cuídate mucho y sigue contándonos. Un beso,
ResponderEliminarTaina